
"El final de todo viaje es el comienzo de uno nuevo"
Añoranza «nostalgia de algo querido, cuando no se tiene, está ausente o se ha perdido»
¿te suena? seguro que sí, de hecho puede que ahora mismo lo tengas más presente que nunca.
Ha llegado Septiembre, el temido mes tras el largo y caluroso verano. La vuelta a la rutina, los madrugones para ir a la universidad, los niños al colegio y los padres a esa cárcel llamada trabajo, y para rematar las bajas temperaturas van asomándose anunciando que el recreo se está acabando, que el verano llega a su fin.
Te sientes como un barco hundido, la destrucción de la libertad en un solo soplido, el aire de la monotonía ha regresado y tú eres su victima. Sí, estás en modo Out, eres pura agonía, ni el mejor de los cafés despierta tú lado alegre, digamos que el mundo se ha acabado y te ha tocado la peor parte que es la vuelta a la rutina. Tierra trágame y que sea rápido y sin dolor. Tu yo vacacional está llorando en una esquina. La vida es dura.
La gran mayoría habéis disfrutado de un viaje, o de dos, (sí y tu de tres pero deja de restregárselo al resto de la humanidad) es ahora cuando aparecen los recuerdos, el anhelo de las sensaciones vividas durante esos estupendos días en Bali o en Gran Canarias (que no hace falta irse tan lejos para gozar)
Te pasas las horas en babia mirando las fotos de ese viajazo. El selfie con el pibonaco que te ligaste y los correspondientes con tus amig@s e incluso desconocidos que se acoplan a cualquier sarao. Días de locura y noches de infarto. No faltan los suspiros delante de la pantalla del ordenador mientras tú jefe repite lo mismo en su despacho. Estamos todos igual de…fastidiados digámoslo suavemente.
Pues cuando viajamos se despiertan en nosotros emociones que creíamos prescritas, o que jamás llegamos a conocer. Sientes que la adrenalina se dispara, y científicamente hablando, aumentan las conexiones neuronales reduciendo notablemente nuestros niveles de estrés (¡lo que aprende una leyendo oye!)
viajar hace que nos volvamos a sentir vivos
En resumidas cuentas, viajar hace que nos volvamos a sentir vivos. Hace que nos demos cuenta de que las sorpresas están ahí fuera esperando a que las encontremos. Escondidas en cualquier lugar del mundo. Viajar nos despierta de nuevo, activa el cuerpo, el alma y la mente. Te hace vibrar, soñar, disfrutar, te da ganas de enamorarte de cada instante, de las personas, los lugares.
Viajar te da de nuevo la vida y es por eso que lo añoramos cuando se acaba, o mejor dicho, cuando la mente te engaña creyendo que todo se ha acabado. Pero no es así, ya que el final de todo viaje es el comienzo de uno nuevo.

